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Resolución de problemas y conflictos

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La identificación y resolución de problemas que están asociados a las respuestas desadaptativas implica realizar cambios en las estrategias utilizadas con anterioridad. De esta manera, al definir soluciones alternativas es mucho más probable poder establecer cambios que duren en el tiempo. 

 

Un problema es definido como un desequilibrio entre la disponibilidad para responder y las exigencias percibidas. El desempeño esperado en contraposición con el desempeño que se puede lograr forma parte de esta temática que es asociada al estrés, de modo que las exigencias personales o del ambiente sobrepasan los recursos que se perciben para afrontar el problema, dificultando la posibilidad de solucionarlo. 

Una solución hace referencia a los recursos de afrontamiento, donde existe una pauta adecuada para responder ante las exigencias percibidas, maximizando los beneficios asociados al afrontamiento del problema y minimizando el estrés.  En tanto, afrontar implica la prevención del malestar asociado con el estrés, puesto que está dirigido hacia la resolución y al acceso de recursos personales para eliminar las barreras emocionales y cognitivas que no permiten una resolución eficaz.

Las emociones juegan un papel importante en este aspecto al tener en cuenta que son subjetivas, de modo que su intensidad y duración varía en cada persona. Es a través de la emoción que existen respuestas fisiológicas y respuestas cognitivas, donde se realiza una valoración del estímulo percibido, generando respuestas a nivel motor, como evitar el conflicto o alejarse de una situación conflictiva. Incluso, la presencia de emociones positivas puede ampliar los repertorios de conducta asociados a la resolución de problemas, puesto que favorece la construcción de recursos personales para afrontar distintos conflictos, además de promover la creatividad y amplía el autoconocimiento. Es ideal que a través de la presencia de emociones positivas en el día a día se pueda promover la resiliencia y optimizar el bienestar subjetivo.

Cuando mencionamos emociones positivas nos referimos a las que provocan una sensación de bienestar. En este caso, al provocar placer o bienestar nos permiten potenciar nuestras virtudes y fortalezas, que por consiguiente nos ayudan a experimentar felicidad.

Lo que compone el proceso de resolución de problemas consta de:

  1. Actitud hacia los problemas: son un reflejo del pensamiento y los sentimientos de un individuo respecto a los problemas que experimenta en su vida. La actitud abarca la habilidad que se posee para proveer de soluciones a dichos problemas a través de respuestas emocionales, creencias, valoraciones y expectativas.
  2. Habilidades para la resolución de problemas que se está vista desde:
    1. Formulación del problema
    2. Generar soluciones alternativas
    3. Toma de decisiones
    4. Verificar utilidad de las soluciones

La secuencia de las fases mencionadas no necesariamente es lineal, pues no siempre se tiene el problema definido de manera previa, es más, es posible que se esté en el paso de tomar decisiones mientras se formula un problema.

Nadie está exento de poseer dificultades en algunos de los aspectos mencionados para la resolución de problemas, de hecho, es común que estas dificultades estén relacionadas con la negación de la existencia de un problema, la sensación de que no se puede hacer frente al problema, no sentir la capacidad para generar soluciones, posponer la toma de decisiones o mostrar poco interés para afrontar el problema. En este sentido, las respuestas emocionales pueden actuar como un facilitador para el proceso de solventar el problema o también puede ser una barrera que interfiera con el desarrollo adecuado, por lo que es conveniente que se realice la práctica de ejercicios de relajación, autoinstrucciones, imaginación positiva o reestructuración cognitiva.

 

Sobre la orientación hacia los problemas, estos se pueden desglosar en cinco áreas, tales como:

  1. Percepción del problema: cuando mencionamos la percepción, nos referimos a la tendencia que existe respecto a negar o minimizar los problemas, que son efectivos para reducir la ansiedad provocada por el conflicto, pero en realidad es contraproducente porque es una estrategia para evitar hacerse cargo. No obstante, también puede ser que la percepción del problema esté mal dirigida, donde se consideran las consecuencias negativas como un problema, más que la situación que es la que genera la presencia de sintomatología ansiosa.
  2. Atribución del problema: la tendencia a culparse a sí mismos es una estrategia desadaptativa, considerando que la culpabilidad provoca malestar y evita que el individuo pueda hacerse cargo del problema. En cambio, atribuir el problema como parte de algo normal, sabiendo que los errores se pueden cometer y que no siempre se posee control sobre el ambiente externo, a excepción de los factores personales que se pueden trabajar, provoca que la atribución sea parte de un proceso de afrontar el problema sin tener que evitarlo.
  3. Valoración: un problema puede ser concebido como un desafío, donde se utiliza la experiencia como un aprendizaje y así tomar medidas para modificar los errores cometidos con anterioridad. Sin embargo, si el problema es percibido como una amenaza, puede facilitar respuestas asociadas a la evitación o la ansiedad, donde el fracaso es visto como algo catastrófico.
  4. Control: la creencia de que se puede manejar un problema y solucionarlo es un predictor importante en la resolución de problemas. Por el contrario, si se cree que no se puede afrontar o solucionar un problema, la ansiedad y la tendencia a evitar es más intensa.
  5. Compromiso: el compromiso abarca la probabilidad de estimar de forma precisa el esfuerzo y tiempo que puede dedicar a solucionar un problema, a su vez, abarca la probabilidad de que exista disposición para dedicar tiempo y esfuerzo. 

Respecto a la comunicación en situaciones de conflicto, la asertividad forma parte relevante al ser considerada como una forma de expresar los pensamientos y emociones de un individuo sin dominar, degradar o humillar a otras personas, destacando una gran valoración por sí mismo al poder expresar sus derechos de forma adecuada. Esto concuerda con el concepto de las habilidades sociales, que es definido como un conjunto de conductas basado en la expresión de deseos, opiniones, sentimientos y actitudes mientras se mantiene el respeto por las demás personas en un contexto interpersonal, siendo útil para prevenir problemas en el futuro. 

 

Autor(a): Psic. Nicole Moreno – Saluta Centro de Salud Digital

 

Referencias

Bados López, A., y García Grau, E. (2014). Resolución de problemas.

Estrada, A. R. B., y Martínez, C. I. M. (2014). Psicología de las emociones positivas: generalidades y beneficios. Enseñanza e investigación en psicología, 19(1), 103-118. 

Galaz, M. M. F. (2002). Asertividad: una habilidad social necesaria en el mundo de hoy. Yacatán: Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Greco, C., y Ison, M. S.  (2011). Emociones positivas y solución de problemas interpersonales: su importancia en el desarrollo de competencias sociales en la mediana infancia. Perspectivas en Psicología: Revista de Psicología y Ciencias Afines, 8(2), 20-29.

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